martes, 15 de diciembre de 2020

Mi nivel de frustración

 Me molesta mucho sentir este odio enorme hacia les amigues que no me bancan, les hijes que no me miman, les alumnes que no hacen la tarea con amor.

lunes, 14 de diciembre de 2020

Intensidad: Diferencias y perdones

 Me pongo muy triste cuando mis hijes, les tres, me quieren menos de lo que yo a elles. Lo digo y ya se me pasa la angustia porque sé que es mentira y porque sé que es diferente aunque yo quiera que sea ida y vuelta. Me meto la ansiedad y la necesidad en el toor y les amo más.

Me deprimo muchísimo cuando mis amigues, de la primera a la última, en toda mi vida, incluso la que nunca me iba a cagar y ya desde arriba de un poste, me quieren menos de lo que yo a elles. Y no me cultiven la amistad y menosprecian mi entusiasmo y se esconden de mí o me postergan por cosas como familia o pareja o envidia o rivalidad o pedorrez imperdonable.

Me digo a mí misma que lo que necesito es pareja, pareja pareja, amor amor, del ida y vuelta y a partes iguales que nunca conocí en mi vida. Y me respondo que llegará si quiere llegar pero jamás me conformará ni conformaré con premios consuelos. Y me digo que tampoco existe así de total como es mi deseo. Y que soy una densa.

Y me deprimo más por autoinsultar lo mejor de mí. Que la paso genial conmigo misma pero deseo compartir y admirar a otre y no estar descendiendo de las alturas de mi delirio para equipararme a nadie sino admirar y volar con otres.

Les que nunca me decepcionan son mis maestres de música. Pero es otra relación, les admiro muchísimo y elles a mí, nuestro arte y nuestros crecimientos. Y pienso que debería de dejar, yo, de sentir la falta y disfrutar lo lleno. Que lo disfruto pero para qué joda con totalidades y más.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Me encontré a Simone en la pieza

  Estaba en medio de mis extraños despertares. Extraños y largos porque incluyen medicación diaria, frutas, mates, atención de plantas, higiene personal y de superficies cotidianas como cama, baño, cocina. Tareas obligatorias pero que hago desordenadas y sin método, incluyendo agua para las plantas y algún ataque interruptus de "María Trapito", sobre todo ahora que no tengo apuro para salir de casa.

Y ya hace unos días que veo, directo delante mío cuando me acuesto, en el estante más alto de arriba del smart, algunas telarañas y capa de polvo excesivo. No sé por qué pintó justo hoy traer una silla y subirme a limpiar sólo esa parte, porque acometer limpieza completa de cualquier de mis bibliotecas es más para ponerme de mal humor que para disfrutar del contacto. Y ahí, horizontal y apenas mostrando su lomo gordo pero amarillento y ajado, entre otros libros secundarios a los que no doy bola hace mil, agarro este La force de l´age, de Simone de Beauvoir: en francés, sin mi firma ni fecha que lo ubique en mi biocronología lectora, y justo justo cuando estoy leyendo cartas en francés dirigidas a Victoria Ocampo, y su Autobiografía y la novela de Silvia Molloy, El común olvido, y alimentando con todo eso mi novela de la tía Inés que, coherente por fin en sus multiversidad, quiere hablarnos de la memoria, la línea materna y la vida entre mujeres.

Lo empecé ya al toque. Resulta que es autobiografía, continuación declarada y teorizada en el prólogo por ella misma de Memorias de una joven formal, ese bodoque mítico en mi vida porque nunca entendía qué me quería decir mi mamá al darmelo a leer cuando yo tenía ¿14? ¿15? y que nunca pude terminar. Ahora que lo pienso, creo que se lo pasé a Magdalena y no sé si ella lo leyó pero fue de los que eligió llevarse cuando se mudó hace cuatro años (creo que lo he visto en su biblioteca que tanto me gusta chusmear para ver los cruces entre lo que le di yo, lo que me pidió ella y lo que fue agregando sin ni siquiera contarme, atrevida).

Creo que en vez de pedirle a Magda ese ejemplar heredado, voy a conseguirme el mío en francés. Porque vale el gesto y porque es un placer "en plus" constatar que leo en lengua original igual de cómoda y veloz pero mucho más cercana y embobada por el estilo.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Mi sueño anterior

 Agrego que el protagonista de mi sueño de anoche es varón, está casado, le tengo mucho cariño pero nunca había pensado en él como sujeto amoroso. Sí me sorprende y me alegra descubrir en mí algún tipo de deseo erótico hacia otro cuerpo, que andaba demasiado ensimismada últimamente.

Sueños húmedos

 Es un sueño, no flasheen. No voy a decir el nombre de la persona que venía a ¿la casa de mi vieja de Giribone? donde yo estaba porque se había juntado toda mi familia porque ese día mi mamá recibía ¿como herencia? ¿firmaba la escritura? de unos terrenos (?????). La cosa es que yo recibía a esta persona (solo diré que es alguien muy concreto, que nunca vi en persona culpa de la cuarentena pero que conozco en la realidad, que no tengo idea de por qué me pintó erotismo ahí pero sospecho que en el mismo sueño, como vereis, se iba despertando ese deseo a causa de la cotidianeidad), digo, yo recibía a esta persona sorpresivamente, porque pandemia no deberíamos vernos en persona, medio en camisón, a medio vestir, en un ambiente que era como una terraza compartida y muy amueblada tipo la que estuve en pensión de Sevilla (más cerrada), que tenía como mantas en el suelo por las que gateábamos y había al lado un espacio tipo cocina pero que era del vecino. 

Mis ¿hermanites? ¿sobrinites?¿perros? ¿gatos? (me acuerdo de esta persona tratando de que unos gatitos diminutos, bebés pero también tipo de juguete, no se cayeran por el borde del tejado) interrumpian todo el tiempo corriendo, jugando, tirando cosas. Me acuerdo de mi hermana Florencia, con su aspecto actual, entrando en este "fondo" con una copa de champan en la mano y explicándome por qué brindábamos, cosa que a mí me importaba una teta.

En un momento yo le decía a mi visitante que tuviera paciencia, que me perdonara el kilombo pero parecía muy divertide y me decía que no pasaba nada. Seguíamos hablando de música, de historias de vida y del flamenco, hasta que yo sentía que tenía que decidir si buscaba un beso o dejaba que viniera de su parte. Me encanta todavía sentir esa tensión que hace rato no siento.

Al final, yo decidía cerrar la puerta para que no circulara más gente y nos poníamos a limpiar el piso entre trapos medio juntando migas y pochoclos o pepas en cuatro patas. Era muy cachonda la situación. Veo todavía todo el tiempo su cara sonriente y divertida. Y me desperté: demasiado pronto pero contenta.

domingo, 25 de octubre de 2020

Cené duraznos en almíbar

 Tres mitades. Y vino tinto con hielo.

Me deprimo y me desdeprimo: me juzgo y me perdono

 ¿Por qué tendré esta manía de andar automidiéndome todo el tiempo? Minuto a minuto con esta autoconciencia insoportable: todo el tiempo viendo y anotando si estoy bien o mal o más o menos. 

Recién depre de domingo. Y Rafa que me llena la cabeza con cosas entre el mainsplining más odioso y sus recursos para ocuparse de mí me repitiendo: "No me importan tus cosas". Se le ocurre que deje a la gata afuera porque últimamente se le ocurrió mear en el sillón. Y él se encierra en su pieza y yo tengo que estar fijándome si dejé la ventana abierta o la puerta o qué. Viene la gata, me rasca el vidrio y yo la dejo entrar. Me devuelve la felicidad verla echarse al lado mío en el sillón. Le digo que no se le ocurra mear ahí. Tenemos paz un rato. Después se baja, no mea el sillon pero al lado mío en el psio de madera. Inés traidora. la rajo para afuera y todo mi peso de reflexión sobre la ingratitud de mis convivientes. Y alto melodrama que se me pasa cuando veo a Simón, perro pelotudo, echadito como bebé en la cunita histórica que está en el comedor. Y así todo.

Y el episodio siguiente inmediato es preguntarme a mí misma para que vengo y escribo acá esta boludez. Y, en el fondo, además de que ya me siento mejor, creo que me causa admiración ser como soy. Qué contradicción. Mirar cada microcápsula de vida como si fuera una gema, una piedra preciosa que manipulo a contraluz.

Mientras, inicio la parte de mi novela en la que Inés y las viajeras caminan en el olor a tilo de la calle. Se viene historia de la ciudad y sus habitantes originarios.

Las mexicanas y yo

 Hoy estuve todo todo el domingo escribiendo mi novela. La de la tía Inés. Primera vez desde que la empecé (idea de cuento en 2010 en taller con Mairal, 2011, idea de novela con Bruzzone) que siento que la tengo, que ya es cuestión no más de darle y darle, que encuentro la coherencia incoherente que me interesa. Después del fallido intento de tallerear con Gala (qué decepción), me hago cargo de que sé lo que quiero hacer y cómo.

Me acompaña toda una cohorte de escritoras mexicanas (más alguna colombiana y ecuatoriana que he descubierto a través de editoriales y postcard hechos por mexicanas). Escuchándolas a ellas, leyéndolas en la red o lo poco que encuentro acá en papel, siento que estoy con mi familia cisne, con mis hermanas elegidas, con las escritoras de mi generación. Y trato de luchar contra el falso pudor y la falsa modestia, trato de filtrar mis complejitos para recibir la tradición compartida y las rupturas en común. Como lectora y como novelista y cuentista. También como poeta. Las quiero: Daniela Tarazona, Liliana Blum, Valeria Luiselli, Mónica Ojeda, Odette Alonso, Adriana Pacheco, Fernanda Melchor, María Fernanda Ampuero.

jueves, 23 de julio de 2020

La olla a presión

Ayer le decía a un amigo que lo mío es como la olla que juntó presión durante 50 años y ahora está que explota. O soltando mucho de a poquito. Escribo como poseída. Libro nuevo. Inesperado. No cuento mucho porque concurso pide inédito. Pero me sorprende a mí misma que se me arracimen los temas y retome borradores, ideas y pareciera que todo estuviera ya hecho y ni sé de dónde me sale.

sábado, 18 de julio de 2020

Mandatos desviados

Me dice Rafa que él en "otra etapa" de su vida sentía mucho el peso de lo que yo esperaba de él: "que sea jipi, que use ropa con florcita, que sea gay". Jajajajajajajajajajajajajaja.

domingo, 5 de julio de 2020

Novelista novelando desnovelando

El finde pasado decidí buscar ayuda. Vi en feis un taller de clínica de novela que coordina un autor que admiro y respeto por su novela y por sus intervenciones en artículos, entrevistas y feis. Iniciamos pero siento que no me sirve, que voy yo por delante con mis planteos y él pniendome los puntos y las comas. No es tan así, exagero, pero no ha leído todavía las 70 páginas que tengo y nos pusimos a "trabajar" sobre las tres primeras y es justo eso lo que NO necesito: yo sé mejorar mi redacción pero no puedo ver la estructura ni la necesidad ni el enfoque ni los puntos de vista y obligarme a mí misma a contar lo que tantas ganas tengo de contar y no me animo, no me decido o no sé qué. Seguiré intentando. Dejaré de juzgarme tanto. Me tendré paciencia. Pero me había hecho ilusiones con tener apoyo y compañía en la escritura.

sábado, 30 de mayo de 2020

La cuerpa música y aflamencaá

De verdad siento como si mutara. Como si las manos y la espalda, los dedos de los pies, el pulgar sobre la guitarra, se modificaran a fuerza de tocar y escuchar y bailar todos los días. Mucho aprendizaje, deslumbramiento y placer.

Frases cuarenteniles de mijito

Del que vive conmigo y, parece, está redescubriendo a una madre querible luego de adolescencia tormentosa: "Ma, vos con las plantas sos como un duende." "Yo en un tiempo requería que encontraras el amor, pero bué, si vos estás bien así..." "Te quiero, ma, pero me voy a comer a mi pieza. No me acordaba que hacías ese ruido para comer la sopa."

lunes, 23 de marzo de 2020

Cuarentena y vergüenza

Hoy hasta me llamó directo al celu el pelotudo de mi ex. Habrá que ser pelotudo para no tener verguenza, después de dos meses y pico de desaparecido, llamarme para decirme que tiene "en su casa" un candado para mi portón. ¿Se cree que me va a dar pena pensar que está encuarentenado con su padre y madrastra? ¿Se cree que me va a dar curiosidad saber por qué se volvió de Córdoba y cómo terminó su aventura con la jovata con propiedad traslaserrana? Y si me da me la aguanto. O me la tapa la vergüenza ajena, que ni le puedo contar estas pelotudeces a nadie del calor que me da siquiera pensar en esto. El otro día vino Magda y me dijo que él había preguntado (le había preguntado a nuestra hija) si yo estaba enojada porque ni un mensaje le mandé para su cumpleaños. Pero, pedazo de pelotas tristes!!!!!! Haberse ido con una vieja a los 50 años y pretender que tu ex te espere al volver. Le dijo a Magda que no me contestaba los mensajes desde Córdoba porque "no le dejaban usar el celu" (naaaaaa, qué sos ????? Stephen y flasheaste Misery??????) Hoy me hubiera gustado enojarme en el teléfono, decirle qué pelotudo que es o cortarle. Pero ni sé cómo ponerme delante de sus pendejadas porque sé que yo sigo permitiéndoselas. Y ni sé cómo cortarlas. Bueno, lo ignoro. Y cuando me pega mal, me divierto pensando en todos los días que le tarda en ocurrirsele una excusa pelotuda para llamarme pelotudamente. Y este es el único post (secreto) que uso para descargar bronca.

miércoles, 4 de marzo de 2020

La intimidad es menos común de lo que yo misma me creo

Me pongo triste porque no le puedo ni mostrar ni siquiera contar a nadie de mis calzones y teteros nuevos. Pero ¿quién puede alcanzar el nivel de intimidad amistosa y amorosa que imagino? La mujer que me atendió ayer era una dulzura. Mi edad y con el pelo largo y a medio canosear como el mío real que está creciendo. Me contó que se desmayaba de alergia cada vez que se teñía, me contó sus experiencias con las prendas que me vendía y la menopausia. Muy buena vendedora, claro, me ofrecía hermosuras y yo seguía pidiendo más. Claro, mi necesidad de afecto y mi disponible amplio de crédito fueron muy obvios.

Ropa interior real

Ayer me gasté 7 mil pesos y pico en lencería, en tres cuotas sí y hermosa y de la que siempre miro en las vidrieras y me digo que no. Bueno, ahora me dije que sí, Peter Pan y Play Boy y Swett victorian, rojo, fucsia, azul, negro con corazoncitos blancos. Nada de calzones baratos de algodón. Hasta mi alergia se sometió a la belleza. Claro que estas telas no son el nailon de mierda de los coreanos y la base es 100% algodón y los encajes son de seda y parecen manteca en la mano (y en el culo ni te cuento)

miércoles, 12 de febrero de 2020

Nuevas historias animales

Acabo de escribir esto en Lunesporlamadrugada: Historias uterinas El domingo participé del Ritual y sanación del útero a través de siete generaciones. La verdad es que no vi nada ni me conecté con nada ni llegué a ninguna parte. Confirmé sí mi curiosidad por mi linaje materno e imaginé quiénes serían la madre, la abuela, la bisabuela de mi bisabuela sobre la que flasheo hace tanto historias entre los guaraníes y los gitanos. Ahora que lo escribo, siempre siempre la escritura como revelación, pienso que lo que me causó gracia el domingo por ridículo y vacío, ahora me parece muy interesante: buscando en la ensoñación alguna memoria ancestral de útero en útero hacia atrás, lo único que veía era río y selva y, pienso, que había señas de animales, yaguareté, caimán. Es un flash, malo para decirlo en voz alta pero genial para escribir historias. ¿Madre caimán? ¿Madre puma? ¿Abuela yacaré? ¿Abuela chamana cambia pieles? Me avivo escribiendo. Y me avivo de que me paso el día llorando (interiormente) por lo que me falta, lo que no tengo, lo que extraño, les que no me quieren o no encuentro. Y tengo todo ahí para hacer, para escribir, para ser yo mucho más yo y completa. Y cómo me cuesta hacerle lugar: No digo que no lo haga, porque a lo largo de mi vida, he hecho mucho pero nunca le doy la centralidad que se merece. Uf. Seguiré por aquí. Esto de las vidas animales me ronda hace mucho y, de repente, cuaja. Pensemos que estuvo allí madurando y, como mi reencuentro con la música, de repente va a explotar de deslumbramiento acumulado.

domingo, 2 de febrero de 2020

Mi tercer tatoo

Ya me habían dicho que, una vez que empezás, se hace vicio. Y sí, la verdad es que yo siento que son muchas cosas que estuve deseando mucho tiempo y, ahora que puedo concretarlas, es como una avalancha. No lo cuento más en público por mi miedo recurrente a la redundancia y la gente que me juzga los entusiasmos (manga de represores). La cosa es que apenas salí de lo de Bahía (divina, genial, inspiradora, paciente, bella), empecé a pensar en inventar mi propio totem animal. Bahía tiene toda la cabeza y la mano y las ganas de diseñar y componer sobre cuerpa ajena y eso me fascina. Pensé que no me gustaría un sorongo fálico pero sí que diera la imagen de poder y que retomara la estética de los pueblos amerindios. ¿Qué animales le pondría? No fue difícil, hay pocos y repetidos: el vuelo, lo anfibio, lo secreto, el sigilo, el misterio, el canto, el agua, las plumas, las escamas, el barro, las corrientes de agua, de aire, lo doméstico y lo salvaje. Todo eso dio: gato común, yaguareté, colibrí, venteveo, yacaré y sapo. Todavía no tengo dibujos elegidos porque quiero tirarle la idea a Bahía y que ella me sorprenda. Pensé en ronda más que en torre, en brazalete en mi antebrazo derecho donde tengo una mancha de nacimiento, como "una mancha más al tigre". Pensé pedirle que rodee esa mancha con un círculo o una ameba bien definida para no taparla y aportar a mi asimetría.

Otra forra más

Escribo en mi otra bloga mi entusiasmo por la última novela de Margaret Atwood y me acuerdo que la primer noticia que tuve de ella fue como poeta. Porque yo no la conocía ni de nombre cuando la forra de Valeria me regaló "La puerta". Ahora yo digo: ¿Por qué no pueden mantener mi amistad estas gentes que me quisieron alguna vez o intentaron acercarse? ¿Por qué no se bancan mi completud, mi franqueza? ¿Toda amistad es un trueque fraudulento en el que ocultar algún lado de una misma so pena de perder a la "amiga"? ¿Soy yo que no tengo "tacto" ni "don de gentes"? Con esta forra en particular estoy segura de que fue ella la que me forreó y yo aguanté hasta que no aguanté más. Pero esa vez que nos cruzamos en la calle por casualidad, ella me hubiera saludado con su sonrisita falsa como si nada y si yo la hubiera aceptado hubierámos seguido siendo "amigas". Jaja, ya está: lo escribí acá y ya lo entendí: no son ellas sino yo, pero no que yo tenga algún defecto sino yo la que no acepto, yo la que no quiero medias amigas, ni acepto forradas. Yo, la intolerante.

El sueño de ser vegetal

Cumplido. Me encantó elegir, decidir, diseñar, poner la cuerpa.

Noveno año de esta bloga

La empecé en el 2012 y acá estamos. Creo que amo lo que perdura. Antes que lo nuevo, lo sorprendente por inesperado, amo lo que está incondicional, aquello con lo que siempre se puede contar y demuestra permanencia y perseverancia. Claro que si es repetitivo me aburre, así que debe crecer, mutar pero quedarse, siempre hacer el aguante.

El puto equilibrio no

No logro medir (qué ganas de joder con las medidas) hasta dónde me quejo de llena o me autoconsuelo o me engaño a mí misma. Me siento tan entera, tan contenta, con mi vida, con lo que hago, con mi cuerpa, con mi casa, con mis hijes, que no entiendo por qué no tengo a nadie con quien compartir completamente mi vida. No hablo de pareja, que quizás no sea necesaria, extraño la confidencialidad, la confianza, la entrega. Podría ser una amiga (forra Silvana) o un amigo (Martín muerto) o mis hijes ya adultes (siguen tratándome como "má" y me ocultan y les oculto cosas más hondas). A veces pienso que lo que deseo no existe. Que nadie se conecta con nadie del modo que yo imagino. Después me acuerdo que ya dijo esto a los 17 años en cuatro versos y me meto el fastidio en el orto.

Mi enojo en el Tarot

Magdalena me regaló para Navidad una sesión de tarot con una mina de acá, de Muñiz. Resultó ser una copada, profe de lengua del 42 que no ejerce por tirria a las instituciones, poeta que no publica todavía y nos enganchamos cuatro horas seguidas a hablar de la vida, el arte, el laburo, la literatura y, además, mis cartas. De los tres aspectos personales que ella lee cuando te hace dividir en tres pilones el mazo, tanto en lo emocional como en lo intelectual me aparecieron cartas de enojo (esa palabra usó Noelia, no odio, ni rencor). Primero vimos el enojo en la intelectual y pensé (clásico) en mis enojos con la docencia y, me justifiqué diciendo que mis enojos con personas queridas (o ex queridas) era mental, reflexivo y no "del corazón". Claro que hablaba de Gustavo, de mi hermana y tal vez, de mi mamá también. Pero cuando fuimos a mirar las cartas de lo emocional también apareció ese enojo. Escribo ahora esta entrada porque hay un enojo enorme en mi vida que no he compartido absolutamente con nadie. Trato de minimizarlo, le escribí una canción que se titula "la desbordante" porque me acuso a mí misma de sobrepasar los límites ajenos, me digo que entiendo lo que pasó y que "no es falta de cariño, te quiero con el alma", pero: el abandono de Slvana me parte el alma (a mí que odio usar esta palabra) y no pude putearla ni contarle a nadie ni cómo la extraño ni lo defraudada que me siento, lo incomprendida, lo traicionada. Desde marzo que no hablamos y cuando le mandé feliz cumpleaños en julio ni me contestó. Puedo pensar lo que le pasa pero odio tanto que le pase eso como que no pueda compartirlo conmigo. Me digo que no soy tan importante para ella (nunca lo fui) y que tengo que aprender que la vida ajena no depende de mí. Pero qué odio.

2020

Primera entrada en esta bloga "privada". Se ve que en enero estuve muy pública. Este espacio existe porque mantengo la necesidad de dejar testimonio de mí misma: para mí misma, porque me olvido de todo y porque fantaseo con que pueda ser material para mi(s) novela en curso y porque, de repente, imagino a alguien a quien le intereso yo, solo yo, y busca mis secretos en la web. Nada, todo. Iba a desmerecer mis afirmaciones anteriores pero no, mejor no. Feliz 2020.