domingo, 2 de febrero de 2020

Mi enojo en el Tarot

Magdalena me regaló para Navidad una sesión de tarot con una mina de acá, de Muñiz. Resultó ser una copada, profe de lengua del 42 que no ejerce por tirria a las instituciones, poeta que no publica todavía y nos enganchamos cuatro horas seguidas a hablar de la vida, el arte, el laburo, la literatura y, además, mis cartas. De los tres aspectos personales que ella lee cuando te hace dividir en tres pilones el mazo, tanto en lo emocional como en lo intelectual me aparecieron cartas de enojo (esa palabra usó Noelia, no odio, ni rencor). Primero vimos el enojo en la intelectual y pensé (clásico) en mis enojos con la docencia y, me justifiqué diciendo que mis enojos con personas queridas (o ex queridas) era mental, reflexivo y no "del corazón". Claro que hablaba de Gustavo, de mi hermana y tal vez, de mi mamá también. Pero cuando fuimos a mirar las cartas de lo emocional también apareció ese enojo. Escribo ahora esta entrada porque hay un enojo enorme en mi vida que no he compartido absolutamente con nadie. Trato de minimizarlo, le escribí una canción que se titula "la desbordante" porque me acuso a mí misma de sobrepasar los límites ajenos, me digo que entiendo lo que pasó y que "no es falta de cariño, te quiero con el alma", pero: el abandono de Slvana me parte el alma (a mí que odio usar esta palabra) y no pude putearla ni contarle a nadie ni cómo la extraño ni lo defraudada que me siento, lo incomprendida, lo traicionada. Desde marzo que no hablamos y cuando le mandé feliz cumpleaños en julio ni me contestó. Puedo pensar lo que le pasa pero odio tanto que le pase eso como que no pueda compartirlo conmigo. Me digo que no soy tan importante para ella (nunca lo fui) y que tengo que aprender que la vida ajena no depende de mí. Pero qué odio.

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