miércoles, 4 de marzo de 2020

La intimidad es menos común de lo que yo misma me creo

Me pongo triste porque no le puedo ni mostrar ni siquiera contar a nadie de mis calzones y teteros nuevos. Pero ¿quién puede alcanzar el nivel de intimidad amistosa y amorosa que imagino? La mujer que me atendió ayer era una dulzura. Mi edad y con el pelo largo y a medio canosear como el mío real que está creciendo. Me contó que se desmayaba de alergia cada vez que se teñía, me contó sus experiencias con las prendas que me vendía y la menopausia. Muy buena vendedora, claro, me ofrecía hermosuras y yo seguía pidiendo más. Claro, mi necesidad de afecto y mi disponible amplio de crédito fueron muy obvios.

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