domingo, 27 de noviembre de 2022

Eso del nido vacío

 De repente es domingo y hago pucheros, me tiro en la cama sin ganas de hacer nada. Rafael se fue temprano y ni lo escuché, vuelve y no me dice ni mu. Julián tiene otros planes y no sabe cuándo vendrá a armar la pelopincho de Mile que me trajo hace como 15 días y cuándo podrá ponerme los estantes que faltan. Magdalena me dice que viene a traer y llevar cosas de su casa nueva pero salimos con mi auto y tenemos que volver porque tiene la oblea vencida y no podemos cargar gas. Siento que le fallé aunque ella tuvo mi auto quince días y ni se avivó de ponerle gas.

Pienso qué me consolaría, de qué tengo ganas y se me viene a la cabeza la sensación de redondez y tranquilidad que me daba cuando les tenía a les tres metidos debajo de la pollera, mirando todes una peli en el sillón Transformer o tirades en el piso jugando o dibujando. Hace dos mil años. Sus adolescencias me descuartizaron y me dieron orgullo e independencia. Sus adulteces son una maravilla pero, ya sabemos, a veces mamita necesita.


lunes, 14 de noviembre de 2022

Mejor

 Ya me muevo por esta casa cómoda. Ya es mi pieza, mi mesa, mis bibliotecas, mi patio, mi vereda, mi jardín. Y el posesivo no es de propiedad, que eso se concretó hace cuatro meses con papeles, sino de pertenencia, de comunidad, de amoldamiento y aceptación.

Todavía estoy un poco inquieta de a ratos. Tratando de controlarlo todo. Fijando mi miedo inestable en los perros y las gatas y en el arranque automático del motor de agua. Bueno, también en mis plantas y macetas: que broten, que Docky no las rompa, que no se vuelen con la tormenta, que no explote nada.