domingo, 8 de septiembre de 2019

Cantautora y aniversarios

El viernes pasado cumplí con mi debut público, en espacio amado y dentro de ciclo feminista. Esta semana se cumple un año de mi viaje a España. Y un año de que no menstruo. Sigo trabajando en escuelas y la jubilación y recibirme en Letras han quedado para moño del 2020. Siento que estoy en el medio de donde siempre quise estar: con tiempo para mí (a pesar del lastre escolar) y una potencia creativa que recién se despliega. Me falta darle cause a "mis" (ese plural mortal) novelas iniciadas y a mis cuentos y me gustaría tener el amor de una (al menos) persona para la cual yo no sea una vergüenza maternal o una amiga competitiva. Es rara la hermosa sensación de "ya logré" y además quiero más.

El mismo hijo del que te hablaba antes

De repente llega y me dice que la gata está meando adentro y que él ya la retó y que hay que hacer algo porque él ya está podrido. Y a la mitad de este discurso choto pero que, en nuestro código interno, significa que le importan les otres seres de la casa, se desvía y agrega que ya aprenderá y que seguro lo hace porque tiene frío. Y al rato me pregunta el código postal y otros datos y yo sé que son sus intentos de comunicación después de que llevo días sin decirle ni mú porque todavía estoy enojada desde la última vez que se puso a gritarme su frustración en la cara y a patear mis macetas y a decirme que deje de teñirme el pelo de fucsia porque no sé qué relación tiene eso con su forma de relacionarse conmigo (????). Y yo le consteto lo más neutral que puedo, porque si me levanto del escritorio y voy hacia donde está él seguro que se gede o me mira con mala cara. Y me quedo pensando que no entiendo cómo es esto de ser madre de adultes que no asumen que lo son o se confunden o no sé qué mierda de rol materno que no coincide con mis expectativas de agradecimiento y reconocimiento a la labor ya cumplida.

Mijo menor no me habla

Nunca sé si anotar o no estos dolores. Si registrarlos como normalidad, como dolor mío o ignorarlos directamente. La cosa es que el único de mis hijes que vive conmigo entra y sale de la casa sin contar qué hace ni dónde ni cómo ni nada. Los últimos crucen habían sido bastante violentos porque él rechaza toda conversación que no sea iniciada por él y sobre tema fijado por él y a mí me hartan sus críticas hacia mí y mi tono de voz y sus complejitos de hijito de mamá. Así es que yo también lo esquivo y trato de pensar que está haciendo su vida y que no entiendo por qué no puede compartir nada con su madre, pero, bueno, es eso: yo no entiendo por qué. Y él ya verá qué hace.

Un año después

Hace un año que me fui a España y un año que no menstrúo. Plenopausia, le dicen ahora. Y realmente hoy me siento así: plena, redonda, pero con desbordes.