Primera vez que me siento conforme y sin dudas sobre esta novela que tanto me ha costado. Busqué y encontré primeras cartas de las que surgió en taller de Mairal. Reviso desde el inicio, voy por capítulo 5, reordeno cuentos viejos adentro de esctructura a la sherezada, todo tiene sentido.
Mañana sería el cumpleaños de mi mamá.
Ayer fue el cumpleaños del pelotudo. Pensé, todavía, todo el día en él, me conmovieron las fotos que subió Julián. La buena noticia es que ya no tengo ningún deseo ni ninguna idea sobre que yo pueda hacer algo con o por o hacia él. Descononección total. No es mi asunto.
Lo mismo con la pelotuda de Silvana que ayer se dignó contestar un mail del Ubacyt que vuelve. No me importa cómo está ni qué piensa, cero ganas de compartir con ella ningún entusiasmo porque estoy segura de que no tenemos nada en común ya.
Me tranquilizo cuando llueve y no tengo que salir proque mis bichos tampoco salen. Rafael no suelta a los perros a la calle, Inés se acomoda en la ventana delante de este teclado en el que escribo, Muni y la Kiki batallan por sus lugares en la cocina y no tengo que pensar en dónde andará cada quien.
