martes, 30 de enero de 2024

Me gustó la idea de conservar mi energía

 Pienso que puede serme útil para no andar sintiendo que me deshilacho, que me desgajo, que me desprendo de todo y tengo obligación de ser fuerte y "alcanzar" para todes. 

Veo mi propia energía como propia, como algo que puedo dar pero no es infinito, que puedo recargar o buscar cargar con otres pero no es obligación ofrecer siempre y a todes porque están no más inteersades en mí.

Qué dolor lo de la ora mejilla siempre, y el mandato de ser buena como ofrenda, sin límites, sin autopreservación.

¿Qué forma toman tus miedos?

 Me acabo de acordar de algo más que vi el viernes pasado en el taller con Amalia. Ella me dijo que me fijara en mi jardín (que soy yo, que puedo unir con representaciones del inconciente, con herramientas de acceso a lo que hay "dentro de mí" diferentes a las del análisis psicológico pero igualmente ligadas con la palabra, con lo que yo misma puedo ver y narrar), que me fijara qué aparece en mi jardín cuando pienso en mi miedo a irme de mi casa, a dejar a mis perris sueltos, a que les pase algo en la calle, a no poder cuidar todas mis cosas si me voy. Y fue desesperante, muy angustiante ver que no "aparecía" nada sino que desaparecía todo: el cielo, el agua, los helechos prehistóricos se borraban. Era como la Nada atacando a Fantasía en La historia sin fin. Creo que hasta Amalia se asustó porque me dijo ¿Qué es eso? ¿Cómo va a desaparecer todo? Poné en tu jardín lo que vos quieras, reconstruí el cielo, el agua, las plantas...

Claro, todo lo tengo que hacer yo jajaja. Claro que pude pintar mi cielo de colores y hacer mis arabescos preferidos. Pero entendí que mis miedos son muy primarios, primitvos, infantiles, originarios, pre-históricos. El miedo a desparecer, lo que yo llama "el apocalipsis zombi llega y yo ni me entenro". Miedo a no poder "sostener" todo el mundo existente. Me viene a la cabeza todo el tiempo el sueño de mi mamá que puse en mi novela como monstruosidad que no se le puede contar a una hija tan pequeña, el sueño de ella tapándonos con su espalda mientras se derrumbaba sobre nosotres el edificio de enfrente. Yo sentí siempre ese dolor de ella. Ella tampoco podía "con todo", ella también se creía débil o no apta para tanta tarea.

Ahora se me ocurre que tal vez el sueño ese fue mío. ¿Podrá ser?

Segundo encuentro con mi animal de poder

 Una de las cosas que más me sorprendieron entre semana de primer taller y segundo con Amalia es que no tuve ni tengo ganas de andar contando esto a todo el mundo. Muy tímidamente le dije algo a Magda por wasap y a Rafa le conté todo el primer recorrido. No sé si me da verguenza o es una necesidad de secreto, de intimidad, de guardarlo para mí.

Le dije a Amalia y me dijo que estaba muy bien, que ella tampoco lo dice, que es una forma de cuidar la propioa energía, que hay gente que te chupa, que te gasta, que te absorbe esa energía sin permiso y una se la da porque no sabe quedarse con todo eso para una. Touchée. Es ahí.

Me sirve mucho esta "autorización" a ser "egoista", a "cerrarme", a no "compartir" auqnue "radio mapá" me diga que soy mala por no andar por ahí dando el buen ejemplo.

En el segundo encuentro, Amalia me explicó que la función del animal de poder es ayudar, acompañar, dar poder. Hablamos del poder y de la autoridad, de la energía que se tiene, se produce, se conserva y se dirige hacia donde una decide. 

El objetivo de este segundo encuentro era volver a bajar al mundo de abajo a través de la cueva y mi jardín y hacerle una pregunta a mi bisonte. Claro que fue sobre mis miedos. Amalia me escuchó, dijo que mi animal seguro me estaba escuchando también y que podíamos formularla tipo "Cuál es el primer paso para eliminar ¿enfrentar? ¿controlar? mis miedos". Me dijo que la formulara cuando me encontrara con mi animal. Que podía estar en mi jardín o esperarme abajo.

Todo fue muy rápido. Me encanta entrar en ese mundo que me alegra, me divierte, me hace sentir que no soy una ridícula, ni una flashera, me dice "tuviste razón toda la vida", la magia existe, otros mundos existen, no tenés que ser "normal". Hubiera creído que me iba a costar mucho más el ensueño dirigido pero soy una seda.

Apenas llegué a mi jardín estaba el bisonte de joda. Me revoloteaba alrededor, retozzaba, como abejorro o dibujito animado. Yo iba toda seria con mi pregunta y él de joda. Jugando. Festejando.

Dijo Analia que esa era la respuesta a mi pregunta. Que en cualquier momento, en la parada del bondi, en la puerta de mi casa, podia pedirle a mi animal que me ayudara, que me acompañara. Es hermoso.

Mientras sigo leyendo Luces del norte, el tomo 1 de la trilogía de La brújula dorada.

domingo, 21 de enero de 2024

Inestable

 Ni siquiera es angustia. ¿Será esto el aburrimiento? No sé dónde ponerme y no tengo ganas de hacer nada. Domingo depre o tristón? ¿Será esto el aburrimiento?

viernes, 19 de enero de 2024

Taller de Animal de poder con Amalia

 Existen tres mundos: el de arriba, de los seres espirituales, el de abajo, de los animales de poder y los seres conectados con la tierra, y este del medio en el que vivimos.

Amalia me guía para llegar a mi jardín en el mundo de abajo (Al final me dirá que ese jardín soy yo). Entramos haciéndome chiquita hasta caber dentro de mi propio corazón. Busco una cueva, corro el árbol que me tapa la entrada (tipo Gandanf en el Señor de los anillos), entro a la cueva, busco un árbol, encuentro los dos frescos ahora cortados de Río Cuarto, bajo por el agujero en su base, atravieso unos senderos de hormigas o túneles de lombrices como por debajo de mi casa de BV, busco mi animal de poder pero se me aparecen bichitos dibujados tipo Alicia o Blancanieves en el bosque, dice Amalia que me acompañan, no importa que unes sean realista y otres dibujadites, salgo a mi jardín que es prehistórico, lleno de helechos gigantes como en Jurasick Park, hay agua, como un lago en un volcán, como lava de agua. Construyo un lugar donde descansar, una piedar lisita, y una choza donde guardar cosas, salgo a recorrer el jardín. ¿Qué animales se me presentan? Comadreja, no es. Cabra, antílope, búfalo. Va cambiando delante de mí. Bisonte. Le pregunto si es mi animal de poder. Sí. Me acuesto sobre él. Me da pena que sea él, tan fuerte, tan silencioso, casi extinguido. Él no siente lástima de sí mismo. Recorremos juntes el jardín. Cuando Amalia me dice que empiece a separarme, lloro por tener que dejarlo solo de nuevo. Inmediatamente aparecen detrás y al lado muches como él: la manada, en paz sin reirse, con las pezuñas apolladas en la tierra, fuertes, juntes, peludes, ásperes, en tonos de marrón opaco y lanudo, con cuernos y mirada firme.

Me resulta más fácil de lo que creí encontrar el camino de vuelta. No me pierdo, puedo hacerlo. Las rocas que vi al llegar no son tan altas ni áridas. El agua de volcán está más plana y a mi altura.

Gracias.