miércoles, 17 de abril de 2024

Quedate quieta

 Ayer, sin querer, aunque ya sabía de su existencia y me parecía una pedorrada, me puse a leer Ese dolor no es mío, que "las pibas" mandaron a nuestra grupa de Tarot cuyo curso de tres meses sobre Arcano mayores ha concluido.

El libro está bien: autoayuda típicamente yanqui con ejemplos de la propia vida y los viejes a Oriente que nos devuelven a casa. Explica bien las bases de las teorías de la memoria celular y del poder sanador, estructurador, concientizador del lenguaje. Pero yo quería ver si esas recetas "mágicas", tan estándar, tan facilongas, hacían algún efecto en mí que llevo toda la vida de autoobservación y escritura y hasta creo que "mi problema" es no poder vivir sin narrar la experiencia, sin hacer de todo texto.

Así que leí las partes teóricas y llegué a la parte de los ejercicios de escritura. Nada nuevo bajo el sol hasta que tuve que pensar mi "frase nuclear". No sé si logré exactamente lo que pretendía el ejercicio pero apareció algo que no antes. "Quedate quieta": repetitivo, urgente, asustado. Sé que me lo han dicho a partes iguales mi papá y mi mamá, sé que se la he dicho a mis hijes, sé que ese es el miedo que ahora, levemente pero con dolor, siento hacia mis perris: no salgan, no crucen la calle, no anden de acá para allá, es peligroso. La quietud parece ser más segura, conformarse, no cambiar, no andar a los saltos, no mariposear, pensar y luego actuar lentamente, una cosa a la vez, "progresando", no al tum tum, a la sans facon, sin alegría, con cuidado, previendolo todo, analizando las consecuencias, siendo responsables.

Por eso no confío en mis perris que salen a la vereda porque sí, a divertirse, a ver qué pasa, si ni hace falta que salgan, para qué, si está el perro malo de al lado que les puede matar, si pasan autos, si mejor quedarse echados debajo de la mesa.

Quedate quieta. Y a la vez el mote de "chanta culo" y el mandato de "hacé algo útil" y "dale, movete" y "levantate" y "Te gusta meditar la panza arriba en la catrera". Porque parece que es vergonzoso tener miedo y quedarse quieto, es mandato pero mandato vergnzante, es deseo pero deseo feo, no reconocido como deseo o miedo sino como necesidad y cuidado. Mis viejes no lo sabían, justificaban sus miedos como normales, lógicos. Yo siento el miedo (al tobogán, al subibaja) y sigo narrando para "moverme" hacia el placer porque sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario