martes, 30 de enero de 2024

Segundo encuentro con mi animal de poder

 Una de las cosas que más me sorprendieron entre semana de primer taller y segundo con Amalia es que no tuve ni tengo ganas de andar contando esto a todo el mundo. Muy tímidamente le dije algo a Magda por wasap y a Rafa le conté todo el primer recorrido. No sé si me da verguenza o es una necesidad de secreto, de intimidad, de guardarlo para mí.

Le dije a Amalia y me dijo que estaba muy bien, que ella tampoco lo dice, que es una forma de cuidar la propioa energía, que hay gente que te chupa, que te gasta, que te absorbe esa energía sin permiso y una se la da porque no sabe quedarse con todo eso para una. Touchée. Es ahí.

Me sirve mucho esta "autorización" a ser "egoista", a "cerrarme", a no "compartir" auqnue "radio mapá" me diga que soy mala por no andar por ahí dando el buen ejemplo.

En el segundo encuentro, Amalia me explicó que la función del animal de poder es ayudar, acompañar, dar poder. Hablamos del poder y de la autoridad, de la energía que se tiene, se produce, se conserva y se dirige hacia donde una decide. 

El objetivo de este segundo encuentro era volver a bajar al mundo de abajo a través de la cueva y mi jardín y hacerle una pregunta a mi bisonte. Claro que fue sobre mis miedos. Amalia me escuchó, dijo que mi animal seguro me estaba escuchando también y que podíamos formularla tipo "Cuál es el primer paso para eliminar ¿enfrentar? ¿controlar? mis miedos". Me dijo que la formulara cuando me encontrara con mi animal. Que podía estar en mi jardín o esperarme abajo.

Todo fue muy rápido. Me encanta entrar en ese mundo que me alegra, me divierte, me hace sentir que no soy una ridícula, ni una flashera, me dice "tuviste razón toda la vida", la magia existe, otros mundos existen, no tenés que ser "normal". Hubiera creído que me iba a costar mucho más el ensueño dirigido pero soy una seda.

Apenas llegué a mi jardín estaba el bisonte de joda. Me revoloteaba alrededor, retozzaba, como abejorro o dibujito animado. Yo iba toda seria con mi pregunta y él de joda. Jugando. Festejando.

Dijo Analia que esa era la respuesta a mi pregunta. Que en cualquier momento, en la parada del bondi, en la puerta de mi casa, podia pedirle a mi animal que me ayudara, que me acompañara. Es hermoso.

Mientras sigo leyendo Luces del norte, el tomo 1 de la trilogía de La brújula dorada.

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