lunes, 30 de diciembre de 2019

Hipersensibilidad de la madre que se siente despreciada

Sé que soy melodramática y que a la una de la mañana me mandó un wasá para ver si había llegado, pero mijita también me hace sentir poca cosa y último orejón del tarro. Ya sé que es normal y hasta saludable que no me cuente sus cosas obligatoriamente pero ¿es necesario que se las cuente a sus amigas delante mío y fingiendo que no estoy ahí, confiando en que seré discreta y no haré ni medio comentario, apostando a que elegiré mi imagen de madre ubicada y no absorvente? Porque no sabe cómo me muero por hacer una pataleta. Cuando al rato me contesta que me quedé en el siglo pasado porque prefiero irme en bondi o buscar un remis en vez de pedir un uber. ¿Qué necesidad hay de humillarme? Claro que no lo hizo en público pero, estando las dos solas esperando en la vereda de La Herrería que den sala para ver actuar a su novia, ¿por qué no puede colgarse de mi brazo o contarme lo que hizo hoy o aclararme eso que le contó a las amigas hace un rato sobre sus vacaciones? ¿Por qué no puede entender mi necesidad de afecto físico y verbal?

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