domingo, 27 de noviembre de 2022

Eso del nido vacío

 De repente es domingo y hago pucheros, me tiro en la cama sin ganas de hacer nada. Rafael se fue temprano y ni lo escuché, vuelve y no me dice ni mu. Julián tiene otros planes y no sabe cuándo vendrá a armar la pelopincho de Mile que me trajo hace como 15 días y cuándo podrá ponerme los estantes que faltan. Magdalena me dice que viene a traer y llevar cosas de su casa nueva pero salimos con mi auto y tenemos que volver porque tiene la oblea vencida y no podemos cargar gas. Siento que le fallé aunque ella tuvo mi auto quince días y ni se avivó de ponerle gas.

Pienso qué me consolaría, de qué tengo ganas y se me viene a la cabeza la sensación de redondez y tranquilidad que me daba cuando les tenía a les tres metidos debajo de la pollera, mirando todes una peli en el sillón Transformer o tirades en el piso jugando o dibujando. Hace dos mil años. Sus adolescencias me descuartizaron y me dieron orgullo e independencia. Sus adulteces son una maravilla pero, ya sabemos, a veces mamita necesita.


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