Nunca renegaré de mis dotes maternales, jardineriles, amiguera, compañera de bichos, protectora de espacios y decoradora, embellecedora de casita. Pero ¿cómo evitar el lugar dependiente y esclavizante de estar siempre cuidando algo que pareciera en peligro? ¿No se puede cuidar sin temor?
Cuando siento, de a ratitos, la alegría del logro, del premio, del reconocimiento como un vientito libertario, es maravilloso. ¿Cómo mantenerse en la libertad y el dar sin asustarse de lo que "podría pasar"?
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