domingo, 8 de septiembre de 2019

El mismo hijo del que te hablaba antes

De repente llega y me dice que la gata está meando adentro y que él ya la retó y que hay que hacer algo porque él ya está podrido. Y a la mitad de este discurso choto pero que, en nuestro código interno, significa que le importan les otres seres de la casa, se desvía y agrega que ya aprenderá y que seguro lo hace porque tiene frío. Y al rato me pregunta el código postal y otros datos y yo sé que son sus intentos de comunicación después de que llevo días sin decirle ni mú porque todavía estoy enojada desde la última vez que se puso a gritarme su frustración en la cara y a patear mis macetas y a decirme que deje de teñirme el pelo de fucsia porque no sé qué relación tiene eso con su forma de relacionarse conmigo (????). Y yo le consteto lo más neutral que puedo, porque si me levanto del escritorio y voy hacia donde está él seguro que se gede o me mira con mala cara. Y me quedo pensando que no entiendo cómo es esto de ser madre de adultes que no asumen que lo son o se confunden o no sé qué mierda de rol materno que no coincide con mis expectativas de agradecimiento y reconocimiento a la labor ya cumplida.

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