martes, 15 de enero de 2019

Compositora

No lo voy a decir en otro lado: compuse tres canciones de dos días. Le mandé las dos primeras a mi profe de guitarra, Emiliana, y a Sil. Emi escuchó una sola y me dijo por wasap que la emocionaba, Sil ni se dio cuenta de que eran canciones mías cuando empezó los audios, los dejó para después, se olvidó y cuando le reclamé me dijo que no se escuchaba bien y que le habían gustado musicalmente pero tenía que prestarle más atención a las letras. ¿Cómo puedo no morirme de tristeza ante tal falta de entusiasmo? Saben lo que significa este paso para mí, es imposible que no lo sepan... Y aún así... A mis hijes y a Gustavo ni les muestro porque me van a decir cosas peores. ¿Cómo puedo seguir sin compartir esto con nadie? Igual lo peor es que no puedo dejar de hacerlo. ¿La gente sabrá que necesito amor y comunicación pero que no me muero ni me detengo si no los tengo? ¿Hace falta volverse dependiente para que se aviven que les necesitás? Qué mierda. La cosa es que Emiliana, mi profe de guitarra, me dijo en nuestra primera clase del 2019 si me interesaba entrar en el capítulo de la composición. Le dije que era el sueño de la piba para mí. Una semana después (ansiedad total) me explicó cómo se arman las escalas mayores y qué es una tonalidad y cómo esos acordes se relacionan entre sí y crean una armonía. Vine a casa, inauguré cuaderno nuevo, pasé las notas de la clase y en cuando empecé a probar acordes en la guitarra, sentí que era muy fácil elegir cuáles me gustaba, en qué secuencia, ponerles un ritmo y sobre eso empezar a cantar sin laetra, solo un tarararairará. Ahí me agarró la paranoia de anotar lo que salía, de registrar por miedo a olvidarme. Hice grabación en el celu y no sé de dónde me salió una línea, unos versos, un tema que se iba desarrollando solo sobre la música. Elegí el ritmo de zamba porque es el primero que aprendí a los ocho años y tengo más metido en la cuerpa. Al ratito tenía zamba completa: "Zamba de los que dicen". Ahí me manijié con qué pasaba si cambiaba de ritmo y de tonalidad. Inventé una cosa que se llama "Um cha, um cha, umumcha". Y cuando le fui a poner canto, sin mucha conciencia, me puse a hablar de mi gata, de mi ventana y del dejarla abierta para que entre y salga a gusto (metáforas para que analice otre). Dos días después y ya con la tristeza de la nada o poca respuesta de las dos personas con quien las compartí, volví a agarrar la guitarra y tenía la cabeza y las manos llenas de mis propias creaciones. Ahí, un poco más desde la poesía escribí la letra de "Canción de ex-amor". Pero con la guitarra entre los brazos los sonidos y las palabras salían juntas, como si eligiera de un mismo banco de datos, como si un lenguaje estimulara al otro. Todavía me resulta medio increíble.

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