Una sabe hace mucho que está sola. Y eso le causa orgullo. Pero hay momentos en que esa soledad deja de ser discursiva y se tranforma en una cúpula de aislamiento corporal que implica que nadie te ha abrazado ni besado en las últimas 48 horas. Los hijos e hijas son excluidos de la ecuación por peligro de simbiosis o fagocitación peligrosa (para elles).
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