Logré que me entre en la cuerpa, la sensación confirmada de que una, que se dice o se dijo alguna vez amiga mía, me resulte totalmente ridícula. Pobrecita. Yo la admiraba, la buscaba como par y compañía, como persona interesante. Y resulta que, ahora lo entiendo, es una pobre acomplejada que busca la atención de otros que no soy yo, que necesita manejar, manipular, dominar a les diches "amigues" y yo no le entro en el molde.
La veo hacer sus tejes y manejes grupales y casi me causa gracia. Nunca se dirige directamente a mí, salvo para ningunearme o marcar errores. Sentirá que eso la hace poderosa. Pobre.
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